Descripción
Entre las piedras más reconocidas está este cristal del amor y del
instinto maternal. Absorbe las energías negativas y protege de
malos sueños. Inculca sentimientos de generosidad. Su proximidad
transforma la melancolía en alegría y permite ese punto exacto de
despreocupación que favorece nuestro carácter, también la fluidez
de nuestro lenguaje.
Su cercanía enseña a escuchar a los demás, potencia la
hermandad, despliega nuestra mejor voluntad y favorece nuestra
estabilidad grupal.
Su fuerza para favorecer la armonización entre nuestra mente y
nuestro cuerpo, entre nuestras emociones y nuestro espíritu, es tal
que se utiliza para favorecer la telepatía.
Su cercanía produce sentimientos de benevolencia y de
generosidad, disipa todo tipo de hostilidades, y transforma la
melancolía en alegría.
Desde un plano psicológico alivia nuestras dudas sobre nosotras
mismas y facilita la reflexión interna constructiva, de tal modo que
nos ayuda a crear una personalidad más abierta y entusiasta.
En términos curativos incrementa nuestra energía física, equilibra
nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestra mente y nuestro
espíritu.
Para desarrollar sus mejores virtudes se aconseja que la calcedonia
este en contacto con nuestros dedos o alrededor de nuestro cuello
o en donde la sintamos mas cercana a la función que le asignemos.
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